¿Diplomacia o violencia? - Una mirada crítica al racionalismo en el tratamiento de la agresión
A menudo subestimada y siempre explotada, donde la diplomacia alcanza sus límites.

¿Diplomacia o violencia? - Una mirada crítica al racionalismo en el tratamiento de la agresión
Muchas personas que se entienden a sí mismas como racionales e iluminadas tienden a convertirse en actitudes pacifistas. La diplomacia, la desescalación y la no violencia se consideran logros civilizacionales, y en muchas situaciones resuelven conflictos más sostenibles que la violencia cruda. Sin embargo, esta perspectiva alberga un punto ciego peligroso: hay actores que no reaccionan a las señales pacíficas, sino que las entienden como una invitación para explotar.
La ilusión de la diplomacia universal
Pensar racionalmente a las personas a menudo confían en argumentos y comprensión. El problema: los que actúan exclusivamente exclusivamente y categóricamente la violencia revela una debilidad. Para los perpetradores violentos o raquetas brutales sin escrúpulos no es un valor, sino un punto débil. Proban bordes y continúan siempre que no tenga lugar una resistencia constante.
Criminales inteligentes
Los perpetradores que esconden hábilmente su crueldad detrás de una fachada son aún más problemáticos. Se dan amigables, hablan sobre la cooperación, y solo persiguen sus propios intereses. Cualquiera que te dé a ti que la violencia no es una opción ya ha perdido: el lado opuesto sabe que incluso en una emergencia no hay una defensa efectiva.
Inteligencia como requisito previo para la diplomacia
La diplomacia requiere un tamaño mínimo de madurez cognitiva y emocional. Requiere empatía para obtener la capacidad de ponerse en la situación de la contraparte y una comprensión de las consecuencias a largo plazo. Pero no todos tienen estas habilidades.
Un cuchillo motivado religiosamente, por ejemplo, actúa en un engaño ideológico en el que los argumentos no tienen ningún efecto. Tales perpetradores a menudo provienen del entorno social y cultural, en el que la educación, el pensamiento crítico y las habilidades cognitivas apenas se promueven. Su horizonte intelectual no permite procesar cadenas complejas de argumentos o acción basada en la empatía. Sin embargo, la diplomacia requiere exactamente estas habilidades, donde están faltando, cada apelación se esfuerza fuera de lo razonable.
Muy diferente de los sofisticados estafadores comerciales: comprende muy bien el lenguaje de la diplomacia y lo explota de manera específica. Él escucha, da palabras de aprobación, mantiene la apariencia de la cooperación, mientras persigue sus objetivos sin ser molestado en el fondo. Para él, la diplomacia no es un medio de comunicación, sino una herramienta de engaño.
Violencia como relación ultima
La tesis central: la violencia rara vez es la mejor solución, pero a veces el único funcionamiento. Contra el autor sin escrúpulos que no reconoce ni la moralidad ni la razón, ella sigue siendo la última instancia para evitar el daño. La diplomacia solo funciona donde hay un nivel mínimo de racionalidad bilateral y buena voluntad.
Un manejo racional de conflictos no significa glorificar la violencia. Sin embargo, significa reconocer la realidad: las señales pacíficas pueden expresar fuerza, o debilidad. Cualquiera que se robe de todas las opciones excluyendo categóricamente la violencia corre el riesgo de convertirse en una bola de juego de actores sin escrúpulos. La racionalidad real también requiere un pensamiento impensable: diplomacia donde funciona, y la dureza donde es inevitable.